Asoma la realidad
Después de un último trimestre del 2024 con algunos puntos fuertes, el gobierno de Milei no para de tener malas noticias en este 2025.
Oscar Rivero Vives
4/10/2025
Los últimos meses del año 2024, para Milei no fueron para nada malos. El resultado de las elecciones en Estados Unidos, noviembre, por ejemplo, le dieron puntos extras, de igual manera indicadores económicos divulgados por el gobierno generaron expectativas positivas para el futuro del país.
Con Trump ganador, Milei, imaginó inmediatamente, entonces, lo que en parte ocurrió luego, ser parte en la foto grande de los líderes globales de la derecha.
También, distintas encuestas lo mostraban con buena medida en la imagen positiva. En el repunte de encuestas, al Presidente se lo asociaba con la baja de la inflación y un dólar planchado, lo cual le permitió volver a concentrar los apoyos del principio de su gestión.
En materia de finanzas, en octubre del año pasado, el gobierno festejaba distintos indicadores claves para la (macro)economía que mostraban mejoras significativas.
En el ámbito de la inflación, los datos de septiembre del 2024, marcaban una baja al 3,5% mensual, logrando romper el piso inercial del 4%. En tanto las mediciones privadas marcaban para octubre una nueva caída, que la ubicaban el 2,7% y el 3,2%.
En el mismo mes el Banco Central acumulaba unos USD 1.100 millones por compras en el mercado cambiario, registrando el mejor octubre desde el año 2009. Lo cual había llevado a que el dólar MEP, bajara hasta los $1.140, logrando que la brecha cambiaria se ubicara en los niveles más bajos desde el inicio de la gestión del gobierno de Milei, (16%).
En lo relativo al Riesgo País, el indicador cayó, ubicándose por debajo de los 900 ptos, recuperando los niveles previos a las PASO de 2019.
En lo relativo al crecimiento económico, en el mes de agosto del año 2024, se empezaba una leve recuperación (0,2% mensual) y para el mes de septiembre se esperaba un alza levemente mayor.
¿Qué había ocurrido en Argentina para que eso sucediera?
Una medida que había contribuido fue el blanqueo que trajo un aumento de los depósitos bancarios de casi USD 15.000 millones de dólares.
En aquella ocasión también se rumoreaba, en los mercados, que el Gobierno estaba en conversaciones con bancos privados de la banca internacional para conseguir un repo por USD 2.700 millones,
En fin, con todo, se estimaba que el PIB argentino mejoraría en un 5 % en el año 2025.
En ese marco optimista los mercados descansaban con la tranquilidad de que Argentina cumpliría con los pagos de deuda externa para este año.
Sin embargo, aquella mirada optimista que había instalado un sector beneficiado de la economía junto a la propaganda oficial, no era poco sospechada por muchos analistas.
Las causas de la desconfianza eran múltiples. Una, el hecho de que para este año se calculó un ingreso por superávits de divisas provenientes del agro, en aproximadamente de USD 17.000 millones, los cuales no se consideraron nunca suficientes para cubrir la deuda pública, cuyos vencimientos hoy son USD 15.000 millones.
Otra causa es que ya en los últimos meses del año 2024, se observó un incremento importante de colocaciones de deuda por parte de empresas privadas, que superaban los máximos históricos de los últimos años.
También se sospechaba que se estaba dibujando el superávit de las cuentas públicas, durante los primeros nueve meses del año 24; contabilizando como gastos sólo los intereses que generaban las “Letras Capitalizables” (Lecap), lo cual, de ser así, se indicaba como superávit financiero de dos billones de pesos, lo que en realidad era un déficit financiero público de $3,32 billones.
Fue en esa ocasión que el economista Carlos Rodríguez, ex gurú libertario, hizo declaraciones que estremecieron el mercado, cuando, en su red social, afirmo que estábamos frente a una “bomba de Lecaps”. Especificó que las Lecaps no las hacían figurar en el déficit del Tesoro, ni en el déficit cuasifiscal, lo cual era simplemente una chantada.
El déficit sigue, no engañan a nadie, solamente pierden credibilidad”, cuestionaba Rodríguez.
Lo cierto es que en ese momento el propio Pablo Quirno, secretario de Finanzas, indicaba que en octubre la deuda del Tesoro nacional había crecido al monto de 89.000 millones.
Otro indicador de que las cosas no eran como se las pintaba, fue cuando el gobierno no pudo captar dólares del mercado, recaudando a penas del 55 % de lo que tenía planeado, ante la duda de los inversores.
En fin, más allá de los sonoros retumbares de las bengalas, las cosas no eran tanto como se decía y asomaban, tanto en títulos públicos, como en acciones, cierres de bolsas, con leves bajas, lo cual advertía posibles caminos riesgosos para este año 2025.
En el análisis de privatizaciones, fuera del desmantelamiento provocado del aparto regulador, la incidencia en el juego macroeconómico, no había tenido repercusión en las finanzas.
En cuanto empezó el 2025, todos los analistas empezaron a vaticinar un escenario con altas tasas de interés y proteccionismo por el éxito trumpista, con lo cual ya se veía venir un aumento del dólar en todo el mundo.
También todos imaginaron que la relación Trump-Milei podría destrabar algún tipo de desembolso del FMI, en caso de necesitarse.
Sin embargo, no hay amistad que valga en finanzas. Y, todos advirtieron que, con un dólar en niveles elevados por la política de la Reserva Federal, las condiciones para las monedas regionales no iban a ser halagüeñas, y el pronóstico fue que se depreciarían, con la consecuente baja en cotizaciones de acciones, bonos y comodities.
Y lo peor, es que informes de consultoras internacionales ya anticipaban que las modificaciones de la FED, podrían provocar un vuelo y salida de capitales de aquellos mercados, que en parte el pesimismo del mercado esta pensando.
¿Y ahora cómo se explica que Argentina en tres meses, hasta el mes de marzo, paso de la euforia al temor?
Como lo dijimos en la columna pasada, un hecho fue que no se lograron retener las divisas que ingresaron.
El BCRA que había comprado US$ 24.000 millones entre diciembre del 2023 y mediados de marzo de 2025, ahora solo le quedan unos US$ 6.500 millones. E incluso, en los últimos días el Central se desprendió de US$ 1.204 millones en poco más de una semana.
En el mes de marzo el BCRA acumulo un saldo vendedor de más de US$ 580 millones.
Dijimos también que las tenencias brutas retrocedieron en US$ 1.462 millones y se ubicaron en el menor nivel desde septiembre de 2024. En tanto desde enero, de este año, la caída ha sido de US$ 5.079 millones.
Las razones de la perdida de divisas fueron varias: una, que el Tesoro desembolsó dólares para hacer frente a un vencimiento de deuda externa en enero; dos, por intervenir el BCRA en el mercado de contado con liquidación; tres, que los bancos cerrado operaciones de Carry Trade, para cubrirse con la venta de futuros de dólar; cuatro salidas de dólares por el turismo externo.
A estas se suma ahora una nueva causa, la incertidumbre sobre las condiciones que le impondrá el FMI a la Argentina en caso del préstamo que se dice será de 200000 millones de dólares. Nada se sabe sobre cuáles serán las condiciones ¿Cuánto se espera será la devaluación que imponga el Fondo? Y ¿Cuánto será su flexibilización?
En este escenario, cualquiera de las opciones que se deducen afectaría directamente el precio del dólar.
La consultora “1816”, afirma que, según datos, publicados por El Economista Diario, de los 311 programas aprobados por el FMI en la historia, desde el 2000, en el 59 % de los casos el primer desembolso llegó solo al 20 % del monto total, y en el 92 % no llegó al 50 % del monto total.
Julie Kozack, vocera del FMI, hizo declaraciones recientemente y develo la duda, dijo que los desembolsos serán escalonados.
En el mercado se da por sentado una devaluación en este mes, lo único que restaría saber es qué sistema cambiario le impondrá a la Argentina el FMI, y en qué medida se trasladará a los precios. En una primera posta se prevé un ajuste cambiario antes de la elección y quedará una segunda etapa para después de las elecciones del 2025.
La parte de la película que falta anticipar, pero que ya la vimos, es que las consecuencias de estas políticas de entrega, de nuevo las pagaran los trabajadores informales, los jubilados, las pequeñas y medianas empresas y empresas nacionales grandes que producen para el mercado interno. Es decir, los que nada tienen que ver con la “Casta”, a la que se venía a castigar.


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