¿Desarrollo por invitación?

Mientras el Gobierno celebra la intervención de EE. UU. y proyecta un "hub" de inteligencia artificial, la industria manufacturera acumula ocho meses de caída. Los datos del INDEC ponen en duda que la alianza por sí sola sea un motor de desarrollo.

Oscar Rivero Vives

11/11/20252 min read

El mileísmo y sus aliados están exultantes desde la intervención de EE UU en la economía nacional; la presencia de Bessent comprando pesos en Buenos Aires, junto a las reuniones de Milei con Trump, han empezado a dar letra a muchos analistas que auguran la oportunidad argentina para subirse al carro de lo que llaman “desarrollo por invitación”.

La injerencia del país del Norte, no se lee como dependencia y pérdida de soberanía, sino como una estrecha alianza que traerá progreso y oportunidades inéditas en la historia nacional.

Recientemente delante de Donald Trump, en el America Business Forum de Miami, Milei, en confianza, demostraba su entusiasmo y defendía lo que llama, genéricamente, “capitalismo” y descalificaba como “socialista” de la Costa Este, al demócrata Zohran Mamdani (que acaba de ganar democráticamente Nueva York)

Hasta ahora, en las negociaciones con el país del norte, la Cancillería argentina viene dando prioridad a la carne, acero y aluminio, procurando alcanzar exención de aranceles, que actualmente llegan al 50 %. También negocia introducirse en sus mercados con 80.000 toneladas de nuestras carnes. La única estrategia conocida fuera del modelo primarizado, es un hub de inteligencia artificial para convertirnos en prestadores de servicios basados en el conocimiento (SBC), en la región.

Los resultados, al menos en la industria, sin embargo, no son alentadores. El índice manufacturero de septiembre del INDEC indica ocho meses de caída sostenida; si bien en el acumulado anual hay un leve repunte del 3.8 % respecto del 2024, está 10 puntos por debajo del periodo anterior al gobierno de Milei.

Por rubros las industrias más afectadas son: textiles (20,5%), metal, (12%), caucho y plástico (11%), minerales no metalíferos (6%), autos y autopartes (2.5 %.) y metales básicos (1%).

Cierto es que hay industrias en crecimiento como equipos y transportes (16 %), refinería de petróleo (7.5%), máquinas y equipos (4.5%), pero las industrias de consumo y construcción continúan muy flojas.

En los medios principales de esta semana, también se promocionó el crecimiento de las exportaciones, en casi 13%, durante el tercer trimestre de este año (más que el crecimiento que hubo en el 2010). El incremento se debe a mayor exportación de productos primarios, combustible y energía, pero como contrapartida siguieron aumentando las importaciones reflejando un déficit de la balanza comercial.

Un indicador positivo es el de inversiones directas de países extranjeros, que en el segundo trimestre subió casi cuatro veces respecto del inicio de este mismo año.

Sin embargo, fuera del activo músculo económico nacional, aun en situaciones inciertas, no es posible afirmar que hay una expansión provocada por los acercamientos recientes.

Más allá de la deuda millonaria contraída con el Tesoro de EE UU, y el arrime para más recursos, o más deuda, mediante bancos privados, liderados por JP Morgan --que no pocos analistas asocian con ventajas para inversores estadounidenses-- ni por asomo se hace evidente el empujón para subirnos al desarrollo, más bien todo lo contrario. Incluso voces agropecuarias están advirtiendo por la caída que sufriría la economía en caso de que los acuerdos obliguen a la exclusión de China que por lejos es nuestro principal consumidor.