Sobre el Papa Francisco. A días de su partida

Un recorrido breve pero profundo sobre la formación de Jorge Bergoglio y sus principales mensajes que nos deja como legado a la humanidad.

Oscar Pedro Rivero Vives

5/5/2025

El 21 de abril del año 2025, Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, primer Papa argentino, latinoamericano y jesuita de la historia mundial, se fue de este mundo, nos dejó físicamente a la edad de 88 años, el día 21 de abril, Lunes del Ángel, cuando un mes antes, el trece de marzo, había cumplido doce años de su pontificado. Por eso, en esta ocasión quiero analizar, sintéticamente aspectos de su aporte y profunda influencia de algunas de sus ideas, así como de los principales rasgos filosóficos- políticos, importantes y sobresalientes que, bajo las verdades de la teología católica, nos está legando a los argentinos, a los latinoamericanos y a la humanidad toda.

INFLUENCIAS FILOSÓFICAS DEL PONTÍFICE DE ROMA.

Jorge Bergoglio se ordenó como sacerdote en 1969. Entre 1967 y su ordenación, cursó estudios de Teología en la Facultad de Teología del Colegio Máximo de San José, en el Partido de San Miguel, enseñando luego en ese Colegio, Teología Pastoral, por dos años.

Entre sus lecturas desde la juventud, cuenta él como principales el Diario Espiritual de San Ignacio; El amo del mundo, una novela de Robert Benson; Los novios, de Alejandro Manzoni y la filosofía de Romano Guardini con su obra La Oposición polar.

Entre los sacerdotes que tuvieron especial influencia sobre él, se cuentan al padre Miguel Ángel Fiorito, y al teólogo Juan Carlos Scannone[1] uno de los referentes de la teología del pueblo, que no es lo mismo que la teología de la liberación; también hay dos jesuitas franceses: Henri de Lubac y Michel de Certeau.

De la filosofía antropológica de Romano Guardini, se interesó en la idea de oposición, como: arriba/abajo, varón/mujer, izquierda/derecha, norte/sur, divino/humano. Especialmente la concepción de que la oposición no es contradicción como afirmaba Hegel, porque ella, siempre será oposición, nunca síntesis. No se trata, entonces, de una dialéctica, sino que cada elemento permanece en su lugar, como alteridad. El conflicto, por tanto, es simple contacto entre aquellas realidades contrarias.

Otras inspiraciones fueron las de la filósofa argentina y peronista, Amelia Podetti; a ella, Bergoglio le prologó en el año 2007, un libro póstumo.

Amelia Podetti fue la responsable de las Cátedras Nacionales de la Universidad del Salvador y una de las referentes filosóficas de la agrupación política peronista Guardia de Hierro. Se afirma que cuando fue electo Pontífice la frase que pronunció en su presentación “Vengo del fin del mundo”, la había inspirado Amelia.

Tanto de Podetti como de otro filósofo uruguayo, Alberto Methol Ferré, un pensador católico que integró como laico el Consejo Episcopal Latinoamericano, el Papa Francisco recibió las ideas pro latinoamericanistas y su clara concepción sobre la relación de “periferia-centro”, en base a la cual, para él, es en Latinoamérica donde palpitan los valores espirituales que el mundo necesita y por ende ve a Latinoamérica invitada especialmente por la historia.

Con Metol Ferré, además, participaba de la tradición nacional y popular del peronismo, y aunque opuestos al marxismo revolucionario, promovían la integración del continente. Cuando el filósofo uruguayo dio a conocer su libro América Latina del Siglo XXI, en Buenos Aires, en mayo del 2006, el entonces cardenal Bergoglio estuvo a cargo de la presentación.

Recientemente, también, se ha analizado la importante influencia que, sobre el pensamiento de Francisco, empezó a tener la fenomenología hermenéutica de Paul Ricœur. Se indica la referencia que el Papa hace de la obra de Ricoeur sobre la potenciación de las mediaciones institucionales en la práctica concreta de la caridad cristiana, en la Encíclica Fratelli Tutti. Otro concepto es el de “identidad narrativa”, a partir de la cual interpreta a la Iglesia como herencia del pasado y al mismo tiempo objeto por crear en el tiempo que vendrá. Asimismo, otra idea es el de “hospitalidad lingüística”, que Francisco usa en la Carta apostólica Scripturae Sacrae Affectus, publicada el 30 de septiembre de 2020, en ocasión del XVI centenario de la muerte de San Jerónimo. Ambos conceptos: de identidad narrativa y ética de la hospitalidad, figuran también en el Documento sobre la Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado con el Gran imán Ahmed al-Tayyeb.

ENCÍCLICAS de FRANCISCO

El Papa Francisco ha escrito cuatro encíclicas apostólicas: Lumen Fidei, Laudato Si, Fratelli Tutti y Dilexit nos; aquí consideraré algunos aportes de las Encíclicas Laudato Si y de la Fratelli Tutti.

El título Laudato Si, se traduce como “alabado seas” y fue publicado en mayo de 2015, se centra en el cuidado del entorno natural y de todas las personas, así como de cuestiones más amplias de la relación entre Dios, los seres humanos y la tierra.

Todos los problemas actuales relacionados con el medio ambiente, son reflexionados por Francisco como de la casa común, como la contaminación, el cambio climático, la escasez de agua, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad global. Nos hace ver la raíz humana de la crisis ecológica explorando las tendencias sociales y las ideologías que han causado los problemas medioambientales.

Propone una Ecología Integral y pide soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. Requiere de acuerdos internacionales para proteger el medio ambiente y nuevas políticas nacionales y locales, así como una economía ordenada al bien de todos. Reclama nuevos estilos de vida con menos consumismo, educación medioambiental, alegría por el entorno, amor cívico, y especialmente, una conversión ecológica que supone un reencuentro con Jesús, una comunión profunda con Dios, con los demás y con el mundo natural.

En la Encíclica Fratelli[UdW1] Tutti, del año 2020, Francisco tratará el gran asunto de la “fraternidad”, a la que va proponerla como el principal valor que ordena a las sociedades, naciones y a toda la convivencia mundial.

En esta obra busca reivindicar la política, aun siendo consciente de su desprestigio, afirma que, si bien la política es mala palabra para muchos, no hay que ignorar que detrás de ese hecho están los errores de la corrupción y la ineficiencia de algunos políticos, pero también las estrategias que buscan debilitarla para reemplazarla por la economía, o dominarla con alguna ideología. Sin embargo, no puede funcionar el mundo, ni la fraternidad universal ser posible, sin política buena.

Allí el Papa afirma que los políticos no aluden casi nunca al amor como motor de la acción política, amor que implica reconocer a cada ser humano, buscar la amistad social que integre a todos. Propone que la política tiene que amar con ternura, lo que significa un amor que se hace cercano y concreto.

Francisco recuerda que las angustias de un político no deberían ser las causadas por una caída en las encuestas, sino por no haber resuelto efectivamente los problemas de la exclusión social y económica y sus consecuencias.

En esta obra el Papa reafirma la política como actividad al servicio del Bien Común y critica tanto al liberalismo como al populismo. Al liberalismo le cuestiona porque rechaza la categoría de “pueblo” y considera a la sociedad como mera suma de intereses, pero también le cuestiona su dogma del mercado, que no “resuelve todo” y acude a un mágico “derrame” como único camino para resolver los problemas sociales. Al populismo le critica porque clasifica a las personas en base a la división binaria y le endilga inclinación a la demagogia cuando se usa a los más débiles en favor de sus intereses personales, pero también reprende a los liberalismos por ponerse sólo al servicio de los poderosos.

Además, pone en evidencia los defectos del asistencialismo y ayudas directas que no superan la pobreza y a los liderazgos que pretenden eternizarse en el poder.

Francisco acentúa la diferencia, entre populismo y popular. Lo popular afirma, es articulación de las mayorías, en pos de objetivos comunes, de proyectos de largo plazo, importantes para todos.

Concluye en que la manera de superar la inequidad es con desarrollo económico sustentable, en base a las posibilidades de cada región. Pero advierte que, a las soluciones materiales, se antepone “la necesidad de un cambio en los corazones humanos, en los hábitos y en los estilos de vida”.

Reivindica los movimientos populares y rescata la importancia de gestar organizaciones mundiales dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, así también declara necesario la reforma, tanto de la Organización de las Naciones Unidas, como de la arquitectura económica y financiera internacional.

CONCLUSIÓN

Para concluir, queda claro que el aporte del Papa Francisco es inconmensurable y requiere de un estudio y divulgación por parte de las generaciones actuales y venideras, pero su legado no sólo fueron ideas, también hubo ejemplos de acciones y prácticas como testimonio de vida.

Al respecto no tenemos que olvidar entre algunos de los múltiples gestos que nos dejó: su viaje a Lampedusa para dar ejemplo de su cercanía a los refugiados, siendo su primera visita a la isla de Lesbos; la visita a las cárceles para mostrar cercanía a los que están impedidos de su libertad, a los enfermos; la oración del 27 de marzo del año 2020, en los oscuros días de pandemia, en la plaza de San Pedro vacía; su involucramiento con otras iglesias y confesiones cristianas, y con otras religiones y líderes mundiales; sus viajes apostólicos, en los que dio prioridad a las periferias; el llamado a la reconciliación en cada lugar; su acogida a la vida naciente, bendiciendo a las madres en espera.

Tampoco olvidar su práctica de escuchas a víctimas de abusos sexuales, y erradicación de la pedofilia en la vida de la Iglesia; el acercamiento diplomático planificado entre las naciones; la iglesia misionera, anunciando y haciendo concreta la misericordia Divina; el discernimiento y la sinodalidad en el gobierno de la vida de la Iglesia, entre tantas a recordar y seguir analizando.


[1] Como Papa lo invitó a escribir en el periódico jesuita, La Civiltà Cattolica.